Mapa etnográfico de la provincia de Jujuy, Argentina

Mapa etnográfico de la provincia de Jujuy, Argentina

Mapa etnográfico de la provincia de Jujuy, Argentina

  • Histórico
  • Jujuy
  • Ing. Alberto Pasquini Lopez
Mapa etnográfico de la provincia de Jujuy, Argentina – Población prehispánica

Durante el período prehispánico la cultura omaguaca se asentaba en la zona entre las cuencas de los ríos Grande, Lavayén, San Francisco (en la provincia de Jujuy), Zenta, Iruya, Lipeo, Bermejo (provincia de Salta), Tarija y Bermejo (departamento de Tarija en Bolivia). Como puede verse en el mapa, la Quebrada de Humahuaca –que más tarde recibió este nombre epónimo de sus habitantes originarios– estaba incluída en esa región y era una zona de paso obligado para el comercio y las migraciones. Por ello, recibió influencias de diversos pueblos incluída la de los Incas que, entre los años 1430 y 1480, anexaron esta región a su imperio.

Los primitivos habitantes de la Quebrada entonces, fueron los omaguacas, que integraban una confederación de etnias dedicadas a la agricultura, cultivando principalmente maíz (Zea mays), y en menor proporción papa (Solanum tuberosum) y quinoa (Chenopodium quinoa). Utilizaban técnicas propias de cultivo, que más tarde modificaron a la manera incaica, como puede verse en las localidades de Coctaca y Alfarcito, donde persisten algunas estructuras. Ya utilizaban a las llamas (Lama glama) para tareas domésticas y habían desarrollado el tejido a partir de su lana. También la alfarería ocupaba un lugar destacado dentro de sus actividades. La confederación congregaba diversas parcialidades, entre ellas la del mismo pueblo omaguaca, los uquías, los paromamarcas o purmamarcas, los tilcaras, los tumbayas, los tilianes, los yavis, los chuyes, los quilatas, los casabindos y, ya en las cercanías de San Salvador, los argamatas y yalas. En su mayoría, aquellos nombres han permanecido como topónimos de las localidades más conocidas de la región.

En el sector norte y oeste, los omaguacas lindaban con parcialidades atacameñas, mientras que en el sector sur se encontraban parcialidades incluídas netamente en la cultura diaguita, como por ejemplo la de los jujuyes, por quienes recibe el nombre la provincia.

El carácter estratégico de la Quebrada de Humahuaca hizo de los omaguacas un pueblo militarmente preparado. Construyeron fortificaciones en piedra, “pucaras“, estratégicamente ubicadas en zonas de visión preferencial hacia la Quebrada, desde los cuales podían combatir con distintos elementos característicos, como arcos, flechas, mazas talladas en piedra, boleadoras. Tanto incas como españoles experimentaron en su momento la resistencia omaguaca.

El más famoso de los jefes omaguacas fue Viltipoco, quien desde Purmamarca y reuniendo bajo su liderazgo además a los pueblos diaguitas, chichas, apatamas, churumatas, lules hizo frente a los españoles durante el siglo XVI. Tras la tercera fundación de Jujuy en abril de 1593, el teniente y gobernador Francisco de Argañarás y Murguía se avocó al dominio de los habitantes de la Quebrada de Humahuaca, con el fin de lograr libre paso hacia el Alto Perú. Así, utilizando la ciudad como base de las operaciones militares, en 1594 dio captura a Viltipoco quién luego muere en prisión, mientras espera su “juzgamiento” en la ciudad de Santiago del Estero.

En un escrito a la Audiencia de Charcas (actualmente Bolivia) Argañaraz afirmó con total convicción y desparpajo: “Prendí a Biltipoco, principal tirano de los naturales y a todos sus capitanes, con cuya prisión y muerte está llana la tierra y los caminos seguros, porque los dichos yndios rresiven el sancto baptismo y doctrina xptiana y obedecen los mandamientos de buestra real justicia”.(*)

Desde el desembarco español en América y en nombre de “la civilización”, la soberbia, el deseo desenfrenado de poder y de imponer la religión católica, sentaron las bases sobre las que se edificó toda la historia con la cual hemos convivido y crecido en nuestro país. Bajo la creencia de que saqueos, torturas, desalojo y genocidio eran “normales”, aceptamos desde la escuela esos métodos utilizados para el dominio e inclusive el exterminio de los habitantes originarios de la región, del país en general. Recién hoy, o desde hace muy poco tiempo, la sociedad está trabajando para tratar de reparar tanto daño, empezando por revisar la historia, redefiniendo en la misma los actores y sus roles, y las responsabilidades que cada uno le corresponden.